Capítulo 4. Asimilando la noticia
Me desperté cuando los primeros rayos del sol me dieron en la cara. Fui al baño y me lavé un poco la cara. Todavía llevaba puesto el pijama que me dejó Ayleen la noche anterior. Salí del baño y me fui a la cocina. John estaba frente al tostador preparando una tostadas.
-Hola.- me saludó con una sonrisa.
-Hola.- le saludé yo tímidamente.
-¿Qué tal estás?
-Más o menos.- respondí.
-Siéntate y desayuna algo, Ayleen viene enseguida, si quieres podemos ir a tu casa a recoger tus cosas.
-Vale.- dije sentándome en una de las sillas.
John me sirvió un vaso de leche y una tostada con mantequilla y mermelada. Todavía no llegaba a comprender por que me estaban ayudando. Estaban siendo muy amables conmigo. Cuándo vino Ayleen me vestí y nos fuimos a mi casa. Cogí algo de ropa del armario, mis libros favoritos, mi portátil, dinero y algunas cosas más que podría necesitar. Cerré la maleta y me cargue la bolsa al hombro.
-Déjame llevarte eso, no es conveniente que hagas esfuerzos.
-No es necesario, bastante estáis haciendo por mi. Además yo estoy perfectamente, todavía puedo hacer cosas.
Pero él insistió. Cogió la maleta del suelo y me quitó la bolsa del brazo con delicadeza. Llegamos a su casa y dejó mis cosas en la habitación en la que había estado durmiendo la noche anterior. Fui a mi maleta y busqué mi iPod. Me puse los cascos y me tumbé en mi cama a escuchar música.
Pasé mi mano por mi tripa aún plana. ¿Y ahora que haría? No podía deshacerme del bebé, no tenía el valor para hacerlo, así que lo mejor sería hacerme a la idea de que tendría que criar a ese bebé sola.
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Me puse a ver la tele un rato para pasar el tiempo, pero no prestaba atención a lo que veía. No paraba de pensar en ella, en Bel. No pensaba en mi ruptura con Verónica, no me lamentaba por ello, solo podía pensar en ella. “¿Qué te está pasando John?” Me pregunté. Entonces noté como Ayleen pasaba enérgicamente su mano delante de mi cara.
-¿John?
-¿Qué?
-¿Qué quieres de comer? Te lo he preguntado ya tres veces. ¿Estás bien?
-Perfectamente. Lo que quieras, pregunta a Bel y así comemos todos lo mismo.
-¿Es por ella verdad?
-¿El qué es por ella?
-Que estés así. Tú nunca habías sido tan impulsivo como con Bel.
-No se lo que me está pasando Ayleen, estoy confuso.
-Sea lo que sea lo que te pase, aún no es el momento.
-¿Qué quieres decir?
Pero no respondió, se fue a la cocina a preparar la comida.
Pasaron dos meses, y yo sabía lo que sentía por Bel, me había enamorado de ella, y a cada día que pasaba lo estaba más. Me dolía saber que ella estaba demasiado asustada aún como para sentir lo mismo por mí, solo me quedaba esperar.
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Llevaba ya dos meses en casa de John y la barriguita se empezaba a asomar un poco. Me habían preguntado que haría con el bebé, y yo les comuniqué mi decisión de tenerlo. Había comenzado a sentir algo por John, y aunque se portaba muy bien conmigo, todavía tenía miedo, ese miedo de que me pasase lo mismo que con Tom.
Cada día que pasaba sentía más que era un estorbo, alguna vez lo había dicho, pero ellos lo negaban.
Decidí irme de allí. Sabía que no me dejarían, así que una noche, cuando todos estaban durmiendo preparé mi maleta.
Metí un poco de ropa y el dinero. Cogí un papel y un bolígrafo y escribí una nota:
“Bueno, deciros que siento mucho todas las molestias, de verdad no me merecía tanto, ni vuestra preocupación ni vuestras atenciones. En este problema me metí yo solita, y yo solita me encargaré de él, vosotros no tenéis porque encargaros de esto. Así que he decidido que lo mejor es irme, así dejaré de ser un estorbo para todos, pero tranquilos me cuidaré estaré bien. No sé como agradeceros todo, así que estaré en deuda con vosotros eternamente, porque os debo mi vida al fin y al cabo, esa noche podría haber muerto. Y… John, si estás leyendo esto... No deberías haber dejado a tú novia por ayudarme, se que te arrepientes por ello, y por eso os dejo el camino libre, deberías disculparte, seguro que te perdona, no creo que deje escapar a un chico como tú, sería tonta si fuera así.
Adiós.
Besos, Bel.”
La doblé y puse para John y Ayleen. Cogí mi abrigo, la bolsa con lo indispensable y salí por la puerta con cuidado de no hacer ruido.
Vagué gran parte de la noche buscando irme lo más lejos posible para que no me buscaran. Pero me empecé a sentir cansada. Ví un parque que a veces había visitado. Era muy tranquilo, con bancos y nunca pasaba nadie. Así que cogí una manta y me tumbé en un banco a dormir.
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